El magnífico complejo del templo de Angkor Wat nunca decepciona. La perdurable belleza de la antigua arquitectura, con sus destacada estatuas y sorprendentes representaciones en los frisos del templo de la vida, tal como fue vivida durante el Imperio Khmer, que floreció entre los siglos IX y XV, son verdaderamente uno de los mejores momentos de cualquier viaje al Sudeste Asiático .

Sin embargo, como Camboya emerge de la tragedia de su reciente historia, hay más para experimentar en este país que una vez fue tan poco visitado, fuera de los innegables encantos de Siem Reap.

El lago más grande de todo el Sudeste Asiático, Ton Le Sap, alberga pueblos pintorescos sobre pilotes y hermosos manglares.

En Kratie, a orillas del río Mekong, con un poco de suerte, puedes ver los raros delfines del río Mekong.

Además de ser el hogar de muchos museos y centros angustiosos que atestiguan los horrores de los Khmer Rojos, Phnom Penh también se está transformando rápidamente en una moderna metrópolis. Restaurantes, hoteles, bares y boutiques están surgiendo en toda la ciudad con una dinámica y moderna cultura urbana jemer.

No muy lejos, a lo largo de la costa sur, las tranquilas ciudades costeras de Kep y Kampot contrastan con el zumbido al pasar de la ciudad por la playa más grande de Sihanoukville.

Cerca de las vírgenes Montañas Cardamom al Oeste se encuentra Koh Kong, que cuenta con lujosos complejos ecológicos flotantes, pequeñas islas deshabitadas y algunas de las mejores playas de la región.

Después de décadas de confusión, Camboya finalmente está llegando a su punto y nunca ha habido un mejor momento para visitarlo.